La fiesta estaba preparada y
servida. La afición y las tribunas se vistieron de gala para el partido de TODOS.
Millonarios supo cubrir los espacios y no dejó pensar a nacional, recurrió al
toque y control del balón, a la recuperación y anticipo. En el primer tiempo el
local intentó de media distancia ya que el rival se agrupó con líneas cortas y
enredando el juego en el mediocampo. Vega y Quiñones en constante apoyo por las
bandas. Silva intentaba pero no podía concretar, Nuñez de gran regularidad
desplegaba su actitud y velocidad. Estrada no estaba preciso y se sentía incómodo.
Primera parte en tablas. A esa hora la terna arbitral gozaba de impopularidad
por su actuación tendenciosa y floja, en esas acciones en las que no se
comprometen con el trámite del partido sino que se acomodan.
Inicia el segundo tiempo con una
mano en el área no pitada. Rojas entra por Quiñones lesionado. La “gacela”
Nuñez con su velocidad y explosión colocó el pase magistral para que apareciera
oportunamente Silva y la locura estalló en el estadio con el uno a cero a favor.
El cuadro albiazul recuperó la tenencia de balón, fue inteligente y ordenado,
el tridente Rangel (pivote) – Estrada (pasador) – Silva (finalizador) se asoció
mejor y desestabilizaron al rival. El
aliento de la tribuna fue el bálsamo en el campo de juego, el equipo se entregó
a sus fanáticos que entonaban cantos y consignas de lucha. La presión arriba
funcionó y en otra salida fallida del verdolaga David Mackalister remató la
faena. A partir de allí, el local siguió apretando y manejando el resultado. Por
mala leche, Ibarbo salió expulsado merecidamente. Carrascal entró por Blanco y
Mejía por Estrada, para mantener el resultado. Una jugada desafortunada por
desatención en defensa y confianza de Vikonis permitió el descuento del rival,
deslucido y pobre. Triunfo delirante, con cojones e inteligencia.
Albiazul saludo.