Clásico típico. Mucho estudio, mucha marca, fricción, pocas opciones, partido de trámite normal, como para no hacerse daño. La defensa azul se comportó bien, no dando ventajas ni espacios, aunque en el primer tiempo Santafé se acerco más.
Los equipos llenaron el medio campo y no permitían el trámite ofensivo. El cuadro cardenal, fiel a su filosofía, con dos líneas defensivas cercanas. No había alegría, ni claridad ni llegadas serias en los arcos.
Interesante el trabajo de Manga con su desequilibrio, Robayo-derroche de ganas y actitud- y Harrison Henao (con cambios de frente, machacando al contrario y sacando el equipo del fondo). En estos casos, el equipo que cometa el error pierde. Un tiro de media distancia de Rojas,el remate oportuno de Asprilla ante el rebote que dejó Zapata explotaron la tribuna embajadora.
El segundo tiempo arrancó con más ritmo y fricción. El rival en busca del descuento. Estrada entró por Silva -de muy poco aporte- y Nuñez muy táctico-perdió una opción pero batalló como es su costumbre y estorbó a los defensas rojos buscando las faltas- por Asprilla.
Ochoa no pudo explotar la banda. Machado-vertiginoso- se vistió de delantero en algunas ocasiones. Carrascal entró por Manga para darle mantenimiento al partido que ya finalizaba. Millos ganó con el último aliento y llevando el balón al campo contrario para poner a correr el reloj. Tres puntos que reconfortan y motivan en la lucha por seguir mejorando. Los clásicos se ganan-no se juegan- y afortunadamente así sucedió para la parcial embajadora.
El árbitro Murillo y sus líneas, como la canción salsera de los Lebron, "ay qué pena me da.."!!
Albiazul saludo.
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